El cuerpo humano está diseñado para segregar adrenalina en momentos de estrés o peligro, provocando ansiedad, sudoración, palpitaciones, respiración acelerada. Esto es lo que ocurre cuando te has de presentar a un examen, unas veces, los síntomas son leves, e incluso pueden ser positivos pues estimulan la capacidad de reacción, pero en otras ocasiones son tan intensos que logran paralizar completamente a la persona.
En este último caso, las consecuencias pueden llevar a sufrir vómitos, dolores intensos de cabeza e incluso una crisis nerviosa.
En estos casos de nada sirve si te encuentras bien preparado o no, no puedes controlar tus reacciones.
El miedo al fracaso es el problema, y es mucho mayor cuando las expectativas son altas, quizás porque eres de los que siempre saca buenas notas y el listón está muy alto, o porque se trata de una oposición de la que depende un futuro puesto de trabajo o la selectividad y entrada en universidad….
Cuando más has estudiado peor. Es la llamada “ansiedad de ejecución”.
Hay personas sumamente inteligentes y con gran sentido de la responsabilidad que, seguramente por eso, suelen tener serios problemas en los exámenes. Se bloquean hasta el punto de no ser capaces de asistir a la prueba. He conocido a gente que ha estado preparando una oposición durante años, varias horas al día, y llegado el momento no han sido capaces de salir de casa. Y echar el trabajo de años por la borda debido a un ataque de pánico es tan frustrante que se sienten auténticos fracasados y han entrado en depresiones.
En pruebas de oposiciones, sobre todo de grupos importantes, se han dado casos de desmayos, crisis nerviosas, ataques de histeria.
No es de extrañar que en la puerta de los recintos podamos ver alguna ambulancia. Luego está el tema de que, a pesar de poder controlar, más o menos, los nervios, la mente juegue una mala pasada y todo lo estudiado de repente no aparece por ningún lado, te quedas en blanco. O quizás, esté todo ahí, pero no seas capaz de ordenar y redactar, que el caos se instale en la cabeza.
Pero si existen pruebas realmente duras y estresantes, esas son las orales.
Aquí es donde se pone a prueba el límite psicológico de la persona. Ya sea una prueba de idiomas, conservatorio o tribunal de oposición, puede llegar a resultar una experiencia traumática y bloquear totalmente al examinado. Un ejemplo más sería el carné de conducir, donde la mayoría de los suspensos son resultado del estado nervioso.
Pero no olvidarse de los pequeños estudiantes, los niños. Ellos se ven, si cabe, mucho más beneficiados por las bondades de las Flores de Bach. No hace falta llegar al fracaso escolar para comenzar a tomar las esencias, si se observan problemas de aprendizaje es importante frenarlos antes de que sea tarde, y para esto se puede recurrir sin problemas a la terapia floral.
El sistema floral de Bach abarca estos problemas y muchos otros. Ansiedad, miedo al fracaso, inseguridad para hablar en público, insomnio, taquicardias, sudores, bloqueo mental… etc., se pueden mitigar, incluso eliminar. Solamente hay que tener la precaución de empezar a tomarlas unas semanas antes de la prueba.
El control físico y emocional será mucho mayor, se elimina la ansiedad y fortalece la confianza en la persona, consiguiendo sacar lo mejor de uno mismo, exponiendo los conocimientos de forma ordenada y tranquila.
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